Tokio, una ciudad donde cada detalle cuenta una historia.
- Analu

- 16 ago
- 7 Min. de lectura
Tokio, la vibrante capital de Japón, ubicada en la isla de Honshu, es una de las ciudades más grandes y densamente pobladas del mundo. Moderna, llena de energía, es mucho más que una gran metrópolis: es una puerta de entrada al corazón de una cultura única.
Pero antes de comenzar nuestro recorrido, vale la pena entender un poco más sobre lo que es Japón y su esencia: Un país donde la tradición milenaria convive en perfecta armonía con la tecnología más avanzada; donde los templos budistas se mezclan entre rascacielos y los rituales cotidianos siguen teniendo un profundo significado: quitarse los zapatos al entrar en casa, en un templo o incluso en algunos restaurantes tradicionales; saludar, agradecer o despedirse con una reverencia; dar y recibir objetos con ambas manos como muestra de respeto; cada gesto habla de la tradición y cada detalle cuenta; incluso hasta las tapas de alcantarilla se convierten en verdaderas obras de arte urbano, pues están hermosamente decoradas con diseños que reflejan la identidad de la ciudad, barrio o distrito, haciendo que cada calle sea una pequeña galería de arte bajo tus pies.
Japón es un país de contrastes: espiritual y eficiente, silencioso y vibrante, ancestral y moderno. La mayoría de su población practica una combinación de Sintoísmo (la religión nativa basada en la veneración de los espíritus de la naturaleza y los ancestros) y Budismo, en una forma muy particular de espiritualidad cotidiana y ritualista, aunque no se consideran religiosos al estilo occidental. Ceremonias como la del té verde (matcha), por ejemplo, van mucho más allá de una bebida; son experiencias meditativas que encarnan valores como la armonía, el respeto y la calma interior. Y aunque Japón es una sociedad ultratecnológica, aún valora profundamente los detalles hechos a mano: las cartas escritas con caligrafía cuidadosa, los sellos personales (hanko) para firmar documentos oficiales, o los objetos artesanales que se convierten en verdaderos tesoros. Por eso no sorprende que existan enormes tiendas especializadas en productos de papelería y artículos de escritura; verdaderos paraísos para quienes aún creemos en el poder del diseño, lo manual y lo esencial.
Tokio, una de las metrópolis más dinámicas y organizadas del mundo, es a su vez quien tiene la tasa de criminalidad más baja entre las grandes ciudades, considerándose una de las más seguras del planeta; donde el 90% de su población se traslada en tren o metro (reconocidos por su puntualidad casi perfecta), la comida callejera y la alta cocina conviven de forma única, haciendo que la ciudad tenga gran cantidad de restaurantes con estrellas Michelin (más de 200); es una ciudad llena de máquinas expendedoras donde encuentras desde bebidas y snacks, hasta paraguas y huevos frescos; y donde el silencio es una forma de respeto, al punto en que ni en los trenes o cafés se puede hablar por teléfono.
Nuestro viaje comenzó con un vuelo directo desde Manila hasta el Aeropuerto Internacional de Narita, uno de los principales accesos a la capital japonesa. Desde allí tomamos el “Narita Express”, un tren cómodo y eficiente que nos llevó directamente hasta la Estación Central de Tokio (Tokyo Station), que con su imponente fachada de ladrillo rojo y su elegante estilo europeo, es mucho más que un punto de llegada: es uno de los centros de transporte más importantes del país y al mismo tiempo, una auténtica ciudad subterránea, con pasillos llenos de vida, moda, librerías, tiendas relacionadas con el mundo del “manga”, dulcerías tradicionales e incluso pequeñas galerías de arte. La Estación está ubicada en una de las zonas más céntricas y mejor conectadas de la ciudad, lo que la convierte en un excelente punto de partida para explorar Tokio. Desde allí, tuvimos acceso directo al “Hotel Marunouchi”, un hotel tranquilo, con un increíble desayuno, ideal para moverse cómodamente por la ciudad y empezar a descubrir los alrededores.
El Palacio Imperial, es la residencia oficial de la familia imperial japonesa, construido sobre el antiguo Castillo Edo. Sin embargo, no está abierto al público, pues sigue siendo un espacio privado, residencial y profundamente simbólico. El acceso al interior del Palacio está restringido y sólo se permite la entrada en días muy especiales como el Año Nuevo o el cumpleaños del Emperador, cuando los miembros de la familia salen a saludar desde un balcón. Pero lo que sí logramos disfrutar fue caminar por los jardines imperiales, específicamente el Jardín Oriental (Kōkyo Higashi Gyoen), una zona abierta al público que conserva parte del antiguo Castillo Edo y es considerado uno de los parques históricos más grandes de la ciudad, con senderos amplios, hermosos jardines de hortensias y estanques con puentes de piedra.
Continuando con nuestro recorrido, decidimos pasar por el Mercado de Pescado de Toyosu, que sustituyó al famoso Mercado de Tsukiji cerrado en 2018, que sigue siendo el más grande mercado mayorista de pescado fresco y productos marinos del mundo, donde se realiza la famosa subasta de atún desde muy temprano en la mañana; así que estando allí, aprovechamos para buscar un restaurante alrededor del mercado para almorzar.
Pasamos luego por la zona de “Yarakucho” con restaurantes y tiendas bajo las vías del tren, hasta llegar al distrito de “Ginza”, conocido por ser el epicentro del lujo y la sofisticación en Tokio. Aquí se concentran las tiendas más exclusivas del país: boutiques de alta costura, relojerías y perfumerías de grandes marcas nacionales e internacionales, donde las calles están impecables y la arquitectura es una mezcla de diseño moderno con toques tradicionales. Ginza no es sólo para comprar, es para observar, pasear y dejarse envolver por el refinamiento que define esta parte de la ciudad. Los fines de semana y días festivos, la avenida principal (Chuo-dori) se convierte en peatonal, permitiendo admirar la arquitectura característica de la zona. Fue un gran día recorriendo la ciudad, que no podía terminar de mejor manera que con una espectacular cena junto a grandes amigos: Matsunaga-San y su esposa Utami-San, que como ellos mismos dicen con una sonrisa: ya no somos amigos, somos familia!.
Muy temprano en la mañana nos dirigimos, con nuestro gran amigo Takahashi-San, que es el mejor guía local de la ciudad, hacia “Asakusa”, uno de los barrios más tradicionales, lleno de historia; allí, el gran protagonista es el Templo Senso-ji, el más antiguo de la ciudad, custodiado por un imponente farol rojo en la entrada de la puerta Kaminarimon. A medida que se avanza por la calle Nakamise que conduce al templo, repleta de tiendas de dulces típicos, amuletos y recuerdos, el bullicio se mezcla con el aroma del incienso hasta llegar al templo donde el ambiente cambia y lo que antes era ruido, se convierte en respeto y oración; en frente de una pagoda de 5 pisos, salas con santuarios, campanas y templos. Para terminar la visita al barrio, puedes observar el edificio Asahi Beer Hall (sede de la cervecería Asahi) con su llamativa escultura dorada Flamme d’Or o “La Llama de Asahi” representativa de la Marca y su edificio en forma de típica jarra de cerveza japonesa, rebosante de espuma en la parte superior.
De allí, tomamos el metro rumbo al “Tokyo Skytree”, la torre de comunicaciones más alta del mundo, inaugurada en el 2012; para subir a su observatorio y contemplar la ciudad desde la alturas; con sus 634 metros, esta torre no sólo es un símbolo de la modernidad sino también un referente de precisión arquitectónica. Subimos al “Tembo Deck”, el primer observatorio en el piso 350 y luego al “Tembo Galleria”, que alcanza los 450 metros (piso 450), donde el paisaje se vuelve simplemente impresionante. Dicen que en días despejados, incluso se puede ver el Monte Fuji a lo lejos; no fue nuestro caso, pero igual, la vista de la ciudad es hermosa.
Al finalizar nuestro recorrido, con las fotos desde el observatorio y con poco tiempo para el siguiente tour, buscamos una opción rápida para almorzar y terminamos comiendo en un supermercado sin muchas expectativas, pues pensamos que, al ser sushi de “nevera”, su sabor no sería el mejor… pero nos equivocamos completamente: Fue, de lejos, uno de los mejores sushi que hemos probado: fresco, bien preparado y lleno de sabor. Una alternativa inesperada, simple y perfecta para ese momento.
Ahora nos dirigimos a la isla de “Odaiba”, una zona futurista construida sobre terrenos ganados al mar en la bahía de Tokio. Conocida por su arquitectura moderna, centros comerciales, hoteles y museos interactivos. Para llegar allí, tomamos el “Tokyo Cruise”, una forma diferente y muy agradable de recorrer el río Sumida y ver la ciudad desde otra perspectiva. Al llegar, la pequeña réplica de la Estatua de la Libertad nos dio la bienvenida a esta isla vibrante y diferente.
Cerca de Odaiba, ubicado más exactamente en “Toyosu”, se encuentra el museo“teamLab Planets”, y para quienes me conocen y saben que trabajé en dos importantes museos interactivos en Medellín, puedo decir con conocimiento de causa, que es una experiencia envolvente, casi mágica… (asegúrate de conseguir las entradas con anticipación); es un viaje sensorial en un espacio inmersivo, (debes llevar pantalones cortos y estar dispuesto a caminar descalzo) que te invita desde el primer momento a “sumergirte” en las salas que te piden soltar el control, confiar y simplemente sentir: caminar por agua tibia con peces digitales, atravesar cortinas de hilos de luz , caminar sobre un jardín de orquídeas suspendidas, perderte en un universo infinito de espejos y reflejos… un lugar donde la tecnología, la naturaleza y el arte se funden en una experiencia envolvente, casi mágica para aquellos que aún tenemos alma de niños!.
De restaurantes… bueno, en Tokio se come realmente rico, desde la comida callejera hasta los sencillos restaurantes; como fue el caso de una de nuestras “joyas” recomendadas por un gran amigo de mi esposo, también corredor, Okamoto-San: el restaurante Oishinbo, conocido por sus platos típicos de la cocina japonesa casera, ubicado en el pequeño y elegante barrio “Kagurazaka”, antiguamente un distrito geisha, más conocido como el "Pequeño París" de Tokio. Otro buen restaurante tradicional descubierto fue “Noritou Nakanata”, una casa de sake artesanal reconocida por su comida de temporada y el “Pachi Pachi Okonomiyaki & Teppanyaki Ueno” ubicado en Yarakucho, un pequeño restaurante de okonomiyaki (una especie de tortilla japonesa) y teppanyaki (platos cocinados sobre una plancha caliente en la propia mesa) lleno de sabor local.
Tokio no sólo se recorre con los pies, sino también con el alma. Es una ciudad donde lo cotidiano se vuelve sagrado… y lo sagrado, sorprendentemente cotidiano.
Sus luces, sus jardines ocultos, sus templos silenciosos y esos trenes puntuales que movilizan toda una ciudad con precisión, conviven con la delicadeza de un saludo respetuoso, un silencio compartido, una taza de té cuidadosamente servida o la belleza inesperada de lo simple.
Gracias, Takahashi-San, por guiarnos con generosidad en cada rincón de la ciudad.
Gracias a Matsunaga-San y Utami-San, por ser nuestra familia en Tokio y por invitarnos a descubrir rincones gastronómicos maravillosos.
Gracias a Okamoto-San, por cerrar con una cena especial, tantos momentos inolvidables vividos.
Gracias Tokio, por recordarnos que la calidez humana muchas veces se expresa en gestos silenciosos y en el arte de cuidar cada uno de los detalles, para mostrárnos una ciudad que no busca impresionarte… simplemente dejarse descubrir!
ARIGATÔ GOZAIMASU!!! (GRACIAS!!!)


































































¡Qué maravilla Ana! Me ha encantado cómo has contado tu viaje a Japón, transmites tanta cercanía que casi parece que estuve allí contigo.
Un artículo de los que animan a hacer la maleta y lanzarse a la aventura.
Excelente guia para visitar Tokio y conocer en poco tiempo sus bellos lugares, su cultura y su gastronomía y todo acompañado de maravillosas fotografias
Anita, muchas gracias por tu maravilloso diario de viaje y las fotos. Me alegró mucho poder acompañarte también en Tokio. Yo soy japonés y he vivido en Tokio, pero ¡tú conoces la ciudad mucho mejor que yo! ¡Qué sorpresa!
¡A seguir disfrutando la vida!
I read it through and it was very insightful and am so grateful for the appreciation of our culture, Anita! I am so grateful that you enjoyed your time in Japan!
Wow, that's Amazing!
I'm so glad Anita included me! Her blog is really full of great stuff, and the photos are awesome. Love it!